Lamu

Aún recuerdo el momento en el que escribí esto, desde entonces el sol ha salido muchas veces... aunque el sentimiento sigue intacto.



LAMU

Me impactó tanto o más cuando lo abandoné
que cuando lo pisé por primera vez.

La isla se levanta majestuosa
a la par que humilde,
viste color alegría
y huele a ébano y tradición.

Es un lugar cálido,
místico...

donde los besos pueden durar diez minutos,
donde los desconocidos pasan a ser tus mejores aliados,
donde el afecto es algo tan cotidiano como la oración,
donde la esperanza es el pan de cada día,
donde la fe mueve montañas, incluso las que no existen,
donde la hospitalidad reina en toda casa de vecino,
donde la luna está tan cerca tuyo que casi puede susurrarte al oído,
donde la vida y la muerte se distancian entrelazadas,
donde los niños y los ancianos son el bien más preciado,
donde las sonrisas no cesan nunca,
donde el aliciente de la vida es el propio amor por la vida.

Aquellas calles...

La Main Street i el Sea Front,
poninedo la imperfección más pura a tus pies.

El embarcadero...
un espejismo que se acaba convirtiendo en real.

Y los manglares a lo lejos...

Pero es la gente,
son los autóctonos del pueblo,
las mujeres que venden fruta,
los hombres que cargan sacos en las embarcaciones,
los soldados que alzan la bandera,
los niños que deambulan,
los jóvenes que llevan el dhow de un lado a otro de la isla,
los bohemios que pintan cuadros a la luz de las estrellas,
los artesanos que tallan madera cuando cae la noche,
los ancianos que se sientan con la mirada perdida, como si la vida fuera algo que no va ya con ellos.

Son ellos,
los que hacen
que Lamu sea Lamu.

Sin todos ellos,
mi caminar en la isla
no habría tenido ningún sentido.

Nunca olvidaré cuando abandoné Lamu...

Me marché de la isla,
pero me llevé a toda su gente conmigo.


Aquí dejo un video de lo que significó para mi pisar por primera vez el continente africano.

 

















  

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